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El empirismo es una teoría filosófica que enfatiza el papel de la experiencia y la evidencia, especialmente la percepción sensorial, en la formación de ideas y adquisición de conocimiento, sobre la noción de ideas innatas o tradición.[1] Para el empirismo más extremo, la experiencia es la base de todo conocimiento, no solo en cuanto a su origen sino también en cuanto a su contenido. Se parte del mundo sensible para formar los conceptos y estos encuentran en lo sensible su justificación y su limitación.
El término «empirismo» proviene del griego έμπειρία, cuya traducción al latín es experientia, de donde deriva la palabra experiencia.
El empirismo, bajo ese nombre, surge en la Edad Moderna como fruto maduro de una tendencia filosófica que se desarrolla sobre todo en el Reino Unido desde la Baja Edad Media. En la Antigüedad clásica, lo empírico se refería al conocimiento que los médicos, arquitectos, artistas y artesanos en general obtenían a través de su experiencia dirigida hacia lo útil y técnico, en contraposición al conocimiento teórico concebido como contemplación de la verdad al margen de cualquier utilidad.[2]
Se suele considerar en contraposición al racionalismo, más característico de la filosofía continental. Hoy en día la oposición empirismo-racionalismo, como la distinción analítico-sintético, no se suele entender de un modo tajante, como lo fue en tiempos anteriores, y más bien una u otra postura obedece a cuestiones metodológicas, heurísticas o de actitudes vitales, más que a principios filosóficos fundamentales.
El empirismo también se opone al historicismo, ya que tanto el empirismo como el racionalismo son teorías individualistas del conocimiento, mientras que el historicismo es una epistemología social. Si bien el historicismo también reconoce el papel de la experiencia, difiere del empirismo al suponer que los datos sensoriales no se pueden entender sin considerar las circunstancias históricas y culturales en las que se hacen las observaciones.
En relación con la ciencia, el empirismo no se debe mezclar con la investigación empírica, ya que las diferentes epistemologías se deben considerar puntos de vista opuestos sobre la mejor manera de hacer estudios. Sin embargo, entre los investigadores hay cierto consenso de que los estudios deben ser empíricos. Por lo tanto, el empirismo actual se debe entender como uno entre los ideales en competencia de obtener conocimiento. Como tal, el empirismo se caracteriza primeramente por el ideal para permitir que los datos de la observación «hablen por sí mismos», mientras que los puntos de vista opuestos se oponen a este ideal. El empirismo, por lo tanto, no solo se debe entender en relación con cómo este término se ha utilizado en la historia de la filosofía. También se debe interpretar de una manera que permita distinguir el empirismo entre otras posiciones epistemológicas en la ciencia contemporánea. En otras palabras: el empirismo como concepto se debe construir junto con otros conceptos, que juntos hacen posible discriminaciones importantes entre los diferentes ideales subyacentes de la ciencia contemporánea.[cita requerida]
Respecto del problema de los universales, los empiristas suelen simpatizar y continuar con la crítica nominalista iniciada en la Baja Edad Media. Los empiristas modernos más influyentes fueron John Locke, George Berkeley, David Hume y Francis Bacon.